Estos últimos días me he despertado con esta
cuestión en mi cabeza preguntándome sí realmente cuando vives un cambio muy
importante en tu vida, se puede llegar a comparar con lo que se siente en el
momento que experimentas un trauma.
En medicina existen dos tipos de trauma, el
físico (daño en el cuerpo) y el psíquico (evento que amenaza profundamente el
bienestar o la vida de un individuo, como a la consecuencia de ese evento en el
aparato o estructura mental o vida emocional del mismo)
Luego está lo de las 5 etapas de duelo, que dicen
que sucede cuando pierdes físicamente a un ser querido. Que pasas de: la
negación a la ira, para llegar a la negociación que se convierte después en
depresión y finalmente la aceptación o adaptación.
Creo que un trauma sea del tipo que sea, se llama
así porque tiene que tener un nombre médico, pero realmente pienso que no son
más que cambios que van apareciendo en tu vida a los que te tienes que adaptar.
Si te rompes una pierna, sufres un trauma físico o lo que es lo mismo, a partir
de ahora tienes que adaptarte a usar muletas un tiempo y después ir a la
rehabilitación. Cuando sufres un trauma psíquico es por una situación en tu
vida que te trastocó, puede ser la pérdida de un ser querido, que te quedaras sin
un duro y no supieras por dónde empezar, que tu pareja de 30 años te ponga los
cuernos, y así un largo etc.
Que se pueden resumir en una sola palabra
CAMBIOOOOOS! si todos tuviéramos la capacidad de aceptar lo que nos sucede, adaptarnos
a la nueva situación, la vida sería más fácil, pero no lo es. La mayoría en
algún punto de nuestras vidas pasamos por las 5 etapas del duelo, para poder
llegar a aceptar lo que estamos viviendo. El problema es cuánto tiempo vamos a
permitirnos estar en cada una de esas etapas para poder llegar a sentirnos
totalmente cómodos.
Yo quiero estar bien, y todos los días me levanto
con las energías y las fuerzas para comerme el mundo y tratar que nada de lo
que suceda me turbe. Pero hay que afrontar la realidad y es que por mucho que
quiera estar bien, hay momentos en que te hundes y necesitas un tiempo para reconstruirte.
Así que he decidido que cuando me sienta mal, me daré 10 minutos, 10 minutos en
los que sí quiero llorar lloro, si quiero gritar grito y si me quiero mosquear me
mosqueo, pero 10 minutos no más. Después habré desahogado todo lo negativo y
abriré mis brazos para que lo positivo vuelva a entrar.
No permitiré que las cosas que me sucedan sean
llamadas traumas! Tengo la fuerza suficiente para afrontar los cambios que me
plantee mi camino y siempre siempre siempre seguiré andando.
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