Ha llegado la hora de tocar este tema, normal
teniendo en cuenta que hoy he tenido otra entrevista de trabajo. La verdad es
que la realidad de hoy, no es la que me imaginaba que sería cuándo emprendí mi
vida universitaria con mucha ilusión unos 10 años atrás.
Hace unos 50 años eran unos privilegiados los que
podían acceder a una carrera universitaria, bueno no, no me voy a ir tan atrás.
Creo que en la década de los 80 más o menos ya habían muchas personas que con
un poco de esfuerzo podían acceder a una carrera pero también se les
consideraba unos privilegiados, aunque incluso en los 80 la gran mayoría optaba
por terminar el bachillerato y empezar a trabajar.
Entre los 50 y los 60, la mayoría de la gente ni
siquiera terminaba los estudios de bachillerato, lo importante era aprender un
oficio y empezar a trabajar para ayudar en casa, esas que estaban plagadas de
niños con lo necesario para vivir el día a día y que muy a pesar de todo, eran
felices.
Si, esa era la realidad, unos empezaban a
trabajar con 13 14 y 15 años, aprendiendo un oficio, pidiéndole trabajo al
zapatero de la esquina, o al vecino que tenía una panadería. Mientras otros
seguían estudiando y los que terminaban la carrera universitaria lo hacían con
un contrato debajo del brazo. La familia muy orgullosa porque era de los
primeros hijos que conseguían sacar una carrera y a demás finalizarla
contratados por una multinacional.
Los que nacimos en la década de los 80, crecimos
escuchando de nuestros padres, tíos, abuelos y de más familiares: tienes que estudiar,
tienes que sacarte una carrera universitaria para que después seas un hombre o
una mujer de provecho, donde todos te respetarán y no dependerás de nadie si no
de ti mismo para conseguir lo que quieras. Yo al ser una mujer mi madre me
repetía siempre, hija tienes que aprender a valerte por ti misma, que no
dependa tu vida y tu sustento de un hombre, porque la realidad de hoy no es la
misma que la de ayer y ahora las mujeres también tienen que trabajar y salir
para adelante solitas.
Siempre me ha gustado aprender, así que aunque me
costara un poco más que a los demás, para mí no fue un problema tener que
estudiar, tenía mis metas claras y bien marcadas, estudiaría una Ingeniería y
después conseguiría un trabajo que me permitiría hacer todo lo que siempre
había soñado, esa era la idea. Cuando terminé la carrera, me encontré con una
crisis a nivel mundial donde no se tenían en cuenta a los jóvenes recién
titulados, había trabajo, si, pero para los que aportaran por lo menos 5 años
de experiencia laboral, así que me dije, pues nada voy a hacerme un máster a
ver si la cosa ha mejorado cuando termine y no, no mejoró.
Ahora tengo 28 años, una Ingeniería, un máster y
muchas ganas de empezar a trabajar. Es increíble pensar que hace 50 años se
buscaba comida hasta debajo de las piedras pero a día de hoy lo que se busca es
trabajo. No desespero, sé que algo tiene que llegar, que todo mi esfuerzo se
verá recompensado, el mío y el de muchos de los jóvenes titulados que están
igual que yo. Que nuestro futuro no está perdido y que estamos en la línea de
salida, con mucha ilusión y ánimos esperando a que nos den esa oportunidad,
estamos atentos a escuchar el pistoletazo de salida, ese que nos dará paso a
nuestra maravillosa y tan esperada carrera laboral.
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